sábado, 9 de abril de 2011

 SALUD Y CURACIÓN

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido la buena salud como “un estado libre de enfermedad en el que se disfruta de bienestar físico, emocional y espiritual”.

Es mucho más fácil mantener a alguien sano que proporcionarle el tratamiento adecuado una vez enfermo.
Hay una gran diferencia entre estar enfermo y tener una salud deficiente. La falta de educación sanitaria y un estilo de vida inadecuado provocan, sin duda, un estado de salud deficiente. La falta de salud puede enmendarse reeducando y corrigiendo el estilo de vida, mientras que la enfermedad habitualmente requiere medidas terapéuticas.
Encontrarse bien y mantenerse en buen estado es cuestión de buena educación. Si sabemos lo que estamos haciendo y cómo animar a quienes nos rodean a hacer lo mismo, mantenerse sanos no es tan difícil. Persuadir a nuestros allegados puede ser relativamente fácil, pero intentar que las grandes corporaciones, los gobiernos y las industrias nos aparten de las toxinas y la polución es, por desgracia, mucho más difícil. Pero haremos lo posible para que evites algunos de los “venenos” presentes en los alimentos y la atmósfera.

El cuerpo dispone de tres tipos de respuesta para combatir la enfermedad:
Eliminación: Es un proceso que expulsa cosas del cuerpo. La producción de moco durante un resfriado, el vómito y la diarrea, el sudor y la orina, son reacciones de eliminación.
Reacción: Se produce cuando el cuerpo presenta síntomas que no parecen expulsar nada. Las erupciones cutáneas como el eccema, el asma, los cólicos abdominales o los calambres son algunos ejemplos.
Retención: Ocurre cuando el organismo responde a los problemas persistentes formando bultos o piedras en la vesícula o el riñón.
La buena salud reside en un equilibrio entre estos tres procesos, aunque las personas tienden más a uno de ellos que a los otros.

El organismo utiliza ciertos síntomas para alertar al paciente de que una acción determinada puede causar problemas. Así, que préstale atención a los síntomas, es una manera que tiene tu cuerpo, tu mente y tu alma de aconsejarte.

Muchos tratamientos alternativos activan reacciones que son inicialmente desagradables o que empeoran los síntomas que se supone que el tratamiento ha de curar. En el proceso de recuperación se destacan cinco reacciones:
* Los síntomas pueden empeorar inicialmente antes de mejorar.
* A pesar del empeoramiento de los síntomas, la persona mejorará en el plano psicológico.
* Los problemas a menudo abandonan el organismo en sentido descendente. Por ejemplo, un dolor de cabeza puede transformarse en un dolor de espalda, un malestar estomacal puede eliminarse como diarrea, una erupción en el pecho puede salir por las extremidades inferiores.
* Los problemas se resuelven de adentro hacia fuera. Las enfermedades internas pueden eliminarse en forma de erupción, como en el caso del sarampión o la varicela; la intoxicación alimentaria puede causar vómitos; las toxinas pueden exteriorizarse, por ejemplo, a través de los pelos o las uñas.
* Una enfermedad puede involucionar. Una enfermedad aguda como la neumonía, rara vez aparece de forma súbita, sino que se presenta con síntomas de resfriado, gripales y una infección respiratoria leve, que evoluciona hacia una neumonía. Lo mismo ocurre en la situación inversa: el paciente con neumonía no se encuentra repentinamente en perfecto estado, sino que pasa por la infección respiratoria leve, los síntomas gripales, los síntomas de resfriado y luego alcanza la recuperación. Los estados crónicos pueden seguir el mismo patrón, aunque la relación no sea tan directa o evidente.
Es importante entender estos hechos porque aumentará la confianza aunque la mejoría sea lenta.
Una recomendación: no creas que una vida sin síntomas es una vida saludable. Visita a un médico regularmente y sométete a una revisión completa cada año.

¿CÓMO RECUPERAR EL TONO EN ESTADOS DE CONVALECENCIA?
Recobrar las fuerzas después de haber estado varios días en cama puede poner a prueba nuestro ya de por sí debilitado organismo. Vuelve a coger el ritmo con la ayuda de los recursos naturales que te proponemos.

Anteriormente se consideraba el periodo de convalecencia, un periodo de reposo para recuperarse de una enfermedad, como parte importante del tratamiento médico. Las presiones de la vida moderna a menudo se contraponen a la necesidad natural del organismo de recuperarse, pero si se vuelve a la rutina normal demasiado pronto después de una operación quirúrgica o de una gripe, la recuperación total puede retrasarse varias semanas.

Utiliza tu sentido común cuando tengas que decidir acerca del descanso que necesites. Se amable contigo mismo, pero no exageres; una actitud positiva puede hacer maravillas para acelerar el proceso de recuperación.

Dieta para convalecientes:
Una dieta para convalecientes debe ser muy nutritiva, apetitosa, fácil de comer y fácil de digerir. Los elementos nutritivos esenciales son el cinc y la vitamina C en abundancia para ayudar a sanar las heridas, y el hierro para asegurar un adecuado nivel de oxígeno llevado en la hemoglobina del torrente sanguíneo. Escoge una dieta que incluya muchas frutas, verduras y alimentos que contengan almidones, además de pescado, aves y productos lácteos para obtener proteínas de fácil digestión, y trata de consumir alimentos que faciliten a tu sistema inmunológico una rápida recuperación y te permitan combatir las infecciones secundarias. Muchas personas pierden el apetito durante o después de la enfermedad, por lo que una presentación atractiva de los alimentos en las proporciones adecuadas es muy importante para la recuperación del enfermo. No hay nada más desalentador que ver una montaña de comida cuando uno solamente tiene deseos de comer uno o dos bocados.
Las personas que han estado enfermas o que han sido sometidas a cirugía tienden a presentar exigencias diferentes de los individuos sanos. Como la sensación de estar enfermo, por lo general, suprime el apetito, puede ser más recomendable hacer muchas comidas pequeñas en lugar de adoptar el patrón tradicional de alimentación de tres veces al día. El organismo necesita nutrimentos concentrados para poder recuperarse, por lo que el esquema convencional de consumir mucha fibra y poca grasa que se aplica a las personas sanas no es recomendable para los convalecientes, e incluso puede retrasar la recuperación. Por ejemplo, una dieta rica en fibra y carbohidratos puede saciar tanto que el paciente no alcance a comer lo suficiente para satisfacer todos sus requerimientos nutritivos. Por lo general, si al paciente se le antoja comer algo, es recomendable dárselo.

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