miércoles, 9 de mayo de 2012


CÓMO PREVENIR Y DETECTAR EL ALZHEIMER

A medida que vamos cumpliendo años, es habitual que tengamos más lagunas de memoria. Se trata de una característica propia del proceso de envejecimiento que no debe ser motivo de alarma. Sólo cuando estos olvidos vienen acompañados de otros síntomas, debemos ponernos sobre aviso.
La mayor esperanza de vida es una de las principales razones por las que cada vez hay más casos de Alzheimer.

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, es decir, que provoca el deterioro progresivo de las neuronas y de las conexiones que se establecen entre ellas, afectando el pensamiento, la memoria y el lenguaje.

Aunque se cree que podría ser la consecuencia de una mutación genética, todavía se desconocen las causas exactas que lo producen. Hay, sin embargo, algunos factores que pueden aumentar el riesgo a sufrirlo, como tener un pariente con esta enfermedad o sufrir algún factor de riesgo vascular (hipertensión, tabaquismo, hipercolesterolemia, diabetes...).

El principal síntoma de esta dolencia es la falta de memoria, tanto a corto plazo (se olvidan sucesos que acaban de pasar) como a largo plazo (poco a poco, desaparecen los recuerdos). También se sufren problemas del pensamiento, del juicio y cambios en la personalidad. Además de los olvidos, que cada vez se hacen más graves y frecuentes, el enfermo puede sufrir desorientación, dificultad para vestirse, experimentar cambios bruscos de carácter, etc.

LAS 10 PRIMERAS SEÑALES
Tener fallos de memoria es algo totalmente normal, fruto del estrés o de la falta de atención. Para saber cuándo realmente se trata de esta dolencia se ha establecido 10 signos que nos pueden poner sobre aviso.
Pérdida de memoria
Se olvidan las citas, los hechos, las fechas...Se trata siempre de hechos recientes como, por ejemplo: ¿Quién vino ayer?, ¿qué hemos comido hoy?.
Repetición de preguntas
Es habitual repetir una misma pregunta varias veces, incluso cuando ya se ha obtenido la respuesta.
Colocar objetos en lugares equivocados
Se puede, por ejemplo, guardar las gafas en la nevera, las llaves en una zapatilla...También es habitual olvidarse del lugar donde se han dejado determinados objetos.
Olvidar el nombre de los objetos cotidianos
Como, por ejemplo, "dame el...el...¡no me acuerdo, cómo se llama eso!"
Desorientación en el tiempo y en el espacio
Es habitual perder la noción del tiempo ("¿qué día es hoy?", cuando es obvio que es domingo, o "¿dónde estoy?", cuando se encuentra en su casa).
Dificultades para realizar determinadas acciones habituales
Verse incapaz de llevar a cabo gestos mecánicos como abrir un grifo o una puerta.
Pérdida de interés por actividades que antes se disfrutaban
Es posible, por ejemplo, dejar de leer el periódico, de practicar algún deporte o de quedar con los amigos.
Problemas para realizar gestiones sencillas
Se empiezan a tener dificultades para, por ejemplo, llamar por teléfono, sacar dinero del cajero automático, etc.
Cambios bruscos de humor
Es habitual, por ejemplo, enfadarse o volverse irritable sin que ninguna causa lo justifique.
Dificultad para manejar objetos cotidianos
Peines, tijeras, cuchillos...Las personas con Alzheimer reconocen estos accesorios, pero no saben usarlos.

ETAPAS DE LA ENFERMEDAD
Los síntomas del Alzheimer empeoran de forma gradual conforme vamos avanzando en el tiempo. Los especialistas han establecido tres etapas o estadios dentro de la evolución de la enfermedad para valorar el estado del enfermo.
Alzheimer inicial
Los síntomas son leves. Las pérdidas de memoria, por ejemplo, pueden pasar inadvertidas. Con el tiempo, sin embargo, los olvidos empiezan a afectar negativamente actividades cotidianas como ir a hacer la compra, conducir, etc. Al notar las dificultades, algunos enfermos pueden sufrir ansiedad.
Alzheimer intermedio
En esta etapa, necesita ayuda para vestirse, lavarse, comer...y requiere supervisión, ya que se desorienta y se pierde con frecuencia. Los déficits de memoria y demás alteraciones son ya muy evidentes. A pesar de ello, la persona afectada puede mantener una conversación normal y guarda las formas sociales. Al final de esta etapa, es habitual que empiecen a aparecer problemas del habla.
Alzheimer avanzado
El paciente es totalmente dependiente y es incapaz de comunicarse con el exterior. Los movimientos son lentos y torpes. Puede tener comportamientos agresivos y sufrir alteraciones del sueño. En los grados más avanzados, el enfermo no habla, sufre incontinencia y es incapaz de levantarse de la cama.

CÓMO SE DIAGNOSTICA
El especialista realizará una valoración del estado de salud general y mental del enfermo en función de estos casos:
Historial. Se revisan todos los problemas médicos que pueda haber tenido en el pasado y en el presente, prestando especial atención a dolencias como la diabetes, la hipertensión o el colesterol. Para ello se pueden realizar pruebas como el análisis de sangre y de orina. También se preguntará al enfermo y sus familiares sobre posibles alteraciones en sus hábitos.
Exámen neuro-psicológico. Se trata de una prueba específica para valorar la memoria, la capacidad de atención y el lenguaje del paciente.
Resonancia magnética. Permite valorar el estado del cerebro y descartar otro tipo de dolencias neurológicas, como el tumor cerebral o un accidente cerebrovascular.

TRATAMIENTO
En la actualidad, no se conoce ningún fármaco ni terapia que pueda curar el Alzheimer. Los únicos fármacos que existen frenan su evolución, al aumentar los niveles de un neurotransmisor, la colinesterasa, que están reducidos en estos enfermos. También puede recetarse fármacos para regular su sueño y combatir síntomas como la ansiedad.

PREVENCIÓN
Tratar la hipertensión, la diabetes y el colesterol. Mantener controladas estas enfermedades no sólo es imprescindible para disfrutar de un buen estado de salud, sino también para prevenir el Alzheimer.
Seguir una dieta saludable. Aunque no existen datos concluyentes, algunos estudios han demostrado que los alimentos ricos en antioxidantes, como los carotenoides, la vitamina E y la vitamina C, reducen el riesgo de sufrir esta enfermedad. Los encontrarás en la mayoría de frutas y verduras, en el germen de trigo, aceites vegetales, etc. También se aconseja consumir pescado azul, por su contenido en ácidos grasos omega-3.
Mantener el cerebro activo. Leer, escribir, hacer sudokus y crucigramas, participar en tertulias con amigos y familiares, disfrutar de la vida social, tener una afición, aprender cosas nuevas (idiomas, informática...) nos ayudará a mantener nuestro cerebro en forma.
Hacer ejercicio. Andar un mínimo de media hora al día rejuvenece el cerebro.


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