Sin
ser una dolencia grave, puede llegar a resultar muy dolorosa. El
estreñimiento y la vida sedentaria son algunas de sus principales
causas, por lo que para prevenir su aparición, es importante cambiar
algunos de nuestros hábitos.
Sangrado, picor, sensación de
pesadez, dolor intenso...Todo aquel que ha sufrido en algún momento una
crisis hemorroidal sabe de qué se trata. Esta dolencia resulta difícil
de erradicar completamente, pero, con una buena prevención, es posible
controlarla para que no cause excesivos problemas.
Las hemorroides
son dilataciones de las venas que se encuentran en el interior del ano
(hemorroides internas) o en la entrada del mismo (externas). Al
hincharse, la sangre se acumula en su interior, apareciendo los
denominados nódulos varicosos.
POR QUÉ OCURRE?
Cualquier situación que aumente la presión en la zona puede producirlas. El embarazo
es una de las más frecuentes debido, principalmente, al efecto del peso
del feto sobre las venas de la parte inferior de la cavidad abdominal.
Las personas con sobrepeso
suelen ser más propensas a sufrirlas, sobre todo aquellas en las que el
exceso de grasa se acumula en la zona abdominal o aquellas que, debido a
su actividad profesional, pasan muchas horas seguidas de pie o
sentadas. Levantar peso con frecuencia también puede provocarlas. El estreñimiento es otro de los factores de riesgo importantes debido a los esfuerzos que deben realizarse en la defecación.
CÓMO PREVENIR SU APARICIÓN?
Si somos propensos a sufrir este tipo de problema, hay una serie de medidas que nos ayudarán a controlarlo mejor.
Controlar la dieta. Una alimentación sana y equilibrada es la mejor garantía para mantener a raya las hemorroides.
Alimentos que debemos controlar.
Los más perjudiciales son todos los picantes (pimienta, mostaza) y
excesivamente ácidos (naranja, limón, vinagre), ya que acentúan el dolor
y el escozor, y aquellos que tengan acción vasodilatadora (café,
bebidas alcohólicas, chocolate, etc.). También poco conviene abusar de
las harinas y el azúcar refinado ni de los alimentos salados (anchoas,
aceitunas…).
Qué debemos comer. Incluir en la dieta alimentos ricos en fibra nos ayudará a combatir el estreñimiento.
Es conveniente, por lo tanto, aumentar la digestión de productos
integrales (pan, pasta, arroz, galletas…), legumbres (garbanzos,
lentejas…), fruta (higos, kivis, pera…), verduras (judía verde,
acelgas…) y hortalizas (calabacín, pepino, tomate…)
Agua. A la hora de estimular el tránsito intestinal, también es muy importante aumentar la cantidad de líquido (de 2 a 3 litros) que bebemos al día.
Ejercicio. La actividad diaria mejora la circulación, estimulando el retorno venoso y evitando, de esta manera, la formación de hemorroides.
Si debemos pasar varias horas de pie o sentados, es conveniente hacer
pequeños descansos cada 30-45 minutos para andar un poco. Además, es
conveniente practicar deporte dos o tres veces por semana. Cualquier
especialidad puede resultar útil aunque, si somos propensos, es mejor
evitar el ciclismo o la equitación, ya que son deportes que pueden
agravarlas.
Higiene. En el caso de que las hemorroides
sean externas, es importante realizar la higiene anal con extremo
cuidado, utilizando papel higiénico suave (presionando, en lugar de
restregar) o, mejor aún, realizar la limpieza en el bidet con agua fría y
jabón neutro. Es importante secar bien la zona tras el lavado y, si existe sequedad utilizar una crema hidratante.
TRATAMIENTOS PARA ALIVIARLAS
Las hemorroides
son un problema recurrente, por lo que no es extraño que, a pesar de
tomar las precauciones pertinentes, acaben por resurgir. Las
complicaciones más frecuentes son el sangrado (sobre todo cuando se
trata de hemorroides internas), la hinchazón y el dolor anal y la
aparición de trombos (coágulos) en su interior. Por suerte, existen
algunos remedios que nos harán sentirnos mejor.
Frío contra la hinchazón.
Aplicar una bolsa de hielo, compresas heladas o darse un baño en el
bidet con agua muy fría puede servir de ayuda en las primeras fases. No
es conveniente hacerlo en caso de tener coágulos, ya que el frío
impedirá que se disuelvan.
Fármacos. Otra
posibilidad se tomar un analgésico con poder antiinflamatorio, como el
ibuprofeno. En este caso, no es aconseja la aspirina, ya que hay el
riesgo de que aumente la hemorragia. El médico nos puede recetar un
venotónico, es decir, un medicamento que estimula la circulación.
Cremas.
Suelen aplicarse mediante cánulas y resultan eficaces para calmar el
dolor. Algunas de ellas contienen corticoides, por lo que resultan muy
útiles para reducir la inflamación. Se aconseja usarlas una o dos veces al día. Las mismas sustancias también pueden utilizarse en forma de supositorio.
Pequeñas intervenciones.
Si el dolor es consecuencia de la presencia de un coágulo, el mismo
especialista (proctólogo) podrá eliminarlo realizando una pequeña
incisión en la vena tras aplicar anestesia local.
Laxantes.
Para ablandar las heces y conseguir así que las evacuaciones no sean
tan dolorosas, es útil tomar algún tipo de laxante, pero siempre bajo
control médico.
CUÁNDO ES NECESARIA LA CIRUGÍA?
Cuando
las crisis son muy dolorosas o se producen con mucha frecuencia, es
posible que sea necesario pasar por el quirófano. Hoy en día hay varias
técnicas para eliminar este problema guante una larga temporada, aunque
hay que tener en cuenta que, si sigue existiendo el problema que lo
provocó (estreñimiento, sedentarismo, mala circulación, etc.) es posible
que vuelvan a aparecer.
Termocoagulación. Se trata de quemar el tejido con láser o luz infrarroja.
Esclerosis. Consiste en aplicar una inyección de solución química en los vasos venosos del recto para secar y reducir las hemorroides.
Ligaduras elásticas.
Son unas bandas que se aplican en las venas inflamadas para interrumpir
la circulación de la hemorroide, que acaban cayendo unos días después.
Hemorroidectomía. Cuando las hemorroides son severas, se extirpan directamente mediante cirugía.
CUIDADO CON…
Aunque
se trate de un trastorno banal, hay que tener en cuenta que algunos de
sus síntomas pueden estar relacionados con otras dolencias.
Hemorragias. No hay que achacarlas siempre a las hemorroides, ya que también pueden ser la señal de la presencia de un pólipo o, incluso, de cáncer de colon.
Dolor agudo. Si se siente un dolor muy intenso y cortante es posible que sea una fisura anal, trastorno que, a veces, requiere cirugía.
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